domingo, 27 de julio de 2008


Esto es algo que escribí el día de la 2ª final con C. Córdoba, que pensé perdido después...Espero que a alguien le guste...aunque sea un poco largo. La puta madre...este Fluviales que no apura, la puta que lo parió.Y está bien, quien me manda a ir a dormir a Santa Fé la noche antes de la final, decime. Diviso la terminal a lo lejos, y empiezo a preparar todo para bajarme. Es temprano, deben ser como las 10, pero es seguro que ya deben de quedar pocas entradas, y como de costumbre, me colgué hasta el último día. Me bajo del colectivo corriendo, y encamino para el Grella. Desde la Terminal no es lejos, pero sé que se me va a hacer largo. De camino,me cruzo poca gente en la calle, pero se nota la tensión en el aire. Todo parece moverse igual, los vendedores ambulantes con los mismo gritos, los kiosqueros venden los mismos caramelos. Pero se sabe que es un día diferente. Esta tarde, es el momento de gloria de los hinchas rojinegros. 30 años de sufrimiento, desde aquel 78', que buena parte de los hinchas no pudimos vivir, porque no habíamos alcanzado a nacer. 30 años de frustraciones, de "quedarnos ahí", de árbitros vendidos. Pero también, muchos más años (desde 1914)de pasión, de sentimiento rojinegro, de eso que sólo puede explicarse entre hinchas de Patrón. Se sentía el olor a revancha, de 300.000 almas paranaenses, representadas en esa camiseta rayada: esa tarde, era el principio del fin, de tantas frustraciones.Esa tarde, Patronato podía ser campeón. Ya con la entrada en la mano, me libero un poco más los ánimos; el buen humor me vuelve al cuerpo. De golpe, siento que alguien me toca el hombro. Dos pibitos, no más de 15 años cada uno, me preguntan con el mejor tono inocente: "Los visitantes, ¿por donde entran?". Inmediatamente, unas 50 personas que había por allí se dan vuelta para mirarlos. Temiendo por su seguridad, me los llevo hasta calle San Nicolás. Por suerte para ellos, el hincha rojinegro es apasionado, pero no violento; fiel y seguidor, pero no imbécil. La pucha, hermano, pero que lindo día de sol hace; esto no puede terminar de otra manera que bien. Me vuelvo a la Terminal, donde me voy a encontrar con Facundo, para ir a almorzar a lo del Santi. Mirá que casualidades: con estos tres tipos estudiamos juntos en Santa Fé, viajamos juntos en los coles, y hasta tenemos amigos en común. Pero lo que nos hizo hacernos amigos, fue Patronato. Que grande sos, Negro. Mientras espero, me acerco a unos tipos con camisetas blancas y negras. Sí, son los primeros hinchas de Central Córdoba que van cayendo. Nos ponemos a hablar (aunque no nos entendemos mucho: ellos tienen mucha tonada santiagueña, y yo una mezcla de entrerriano con santafesino), y me caen bien. Parece que trajeron muchos; mejor, así hay más testigos todavía de la consagración del primer campeón entrerriano del siglo. Al rato cae el Facu, y encaminamos para lo del Santi. Hablamos bastante, pero sin decirnos nada demasiado importante: todo se trata de disimular el nerviosismo. Me muestra la bandera, nuestra bandera, esa que tanto demoramos en hacer, y que estrenamos en cancha hoy. Quedó linda; lástima que si las cosas salen bien,no nos va a durar demasiado. El Santi nos recibe con cara de muerto: el pibe cayó a las 6 de la mañana. Comemos algo, miramos un poco la tele, lo puteamos a Basile ("quecarajohaceJonásGutiérrezenlaseleccióndecime"), y antes de darnos cuenta, ya nos estamos encaminando.El Santi vive en Malvinas casi San Martín: si queremos colgar el trapo a tiempo, tenemos que apurarnos. De camino, vamos haciendo promesas al aire, tratando de asegurarnos de algún modo mágico la victoria. Pero, la verdad, tenemos en fe en nuestros jugadores. Partiendo desde la base, con un Seba Bértoli, un pulpo humano, con corazón de león; con defensores como el Negro Andrade y el Colorado Zuvinikar...tan diferentes físicamente, pero tan iguales en el corazón(y aparte, que mejor símbolo para el rojinegro, que un colorado y un negro juntos). Con Graciani, González (a quien reconozco, al principio lo puteé bastante internamente), Bianchini, Gastaldi, y los demás pibes de inferiores. Con esa bestia humana de tres pulmones y cinco huevos llamada Augusto Prono. Con ese carrilero imparable y rapidísimo que es la Pulga; con Valverde, desparramando calidad en cada toque al balón. Con el Diablo, el sufrido Diablo, que a pesar de estar en una pierna todo el campeonato, no dudó nunca en ir a trabar una pelota, como su corazón en el club le mandaba. Y con el enorme, el gran Loco Marzo; que por esas terribles injusticias del destino, no puede estar en la cancha, pero de seguro alentará como uno más. Y no se puede olvidar a ese hombre pequeñito en altura, pero gigante como persona; con un carácter un poco difícil, tal vez, pero con una capacidad de laburo ENORME: Edgardo Cervilla. Llegamos como dos horas antes a la cancha, afortunadamente. Buscamos las mismas cábalas de siempre: nos paramos en el mismo lugar, nos tocamos el mismo huevo, etc. No creemos en eso, pero, por las dudas... La cancha se empieza a llenar, y media hora antes ya del partido, pareciera como si el estadio fuera a explotar. Mucha gente que hacía rato no iba a un estadio; gente que por ahí no sabe demasiado de la cultura de la tribuna, pero que gusta del fútbol, es verdad. Pero,obviamente, y siendo mayoría, los de siempre, los hinchas, que nunca faltan, que ni en el peor momento dejan de estar, encabezados por la 40 y la Barra Fuerte. Vale reconocerlo:los santiagueños trajeron mucha gente;mucho mejor, eso hace el duelo de hinchadas mucho más interesante. Se acerca el momento del inicio. Las cabezas no pueden pensar ya en otros colores que no sea en rojinegro, los corazones laten al ritmo de Patronato...las voces,por Dios,mi voz ya está colapsando de tanto gritar. Y sale el equipo a la cancha.Y todo explota...papeles,globos, bengalas de humo, trapos revoleándose...los colores, los gloriosos colores rojo y negro se elevan por el aire; el aliento, ensordecedor, hace pensar que una sucursal de alguna caldera del mismísimo Infierno se abrió en Paraná. La gente se emociona, canta, y putea. Empieza el partido. Como toda final, el nivel de juego es malo. Los dientes apretados, todos yendo a trabar cada pelota como si la vida dependiera de ello. Y la verdad, Facu, que ellos están jugando mejor. Tienen más la pelota, aunque por suerte no llegan con demasiada claridad. Dos o tres avances prometedores hacen delirar a la tribuna de calle Grella, la más enfervorizada de todas (aunque la San Nicolás no se queda atrás, e incluso la de Churruarín deja todo). Terminamos el primer tiempo bastante preocupados, para ser sinceros. Patrón no había jugado tan mal (aunque tampoco bien); pero el cagaso, mi hermano, el cagaso te hace pensar cualquier cosa. Segundo tiempo, y pelota en marcha. No sé que les habrá dicho el Chavo, pero el equipo sale que se los come crudo a los santiagueños. Pero no hay con que darle, la pelota se niega a entrar. Un par de acercamientos de ellos nos ponen nervioso, pero entre el Negro, el Colorado y San Sebastián, nos tranquilizamos algo más. Con las gargantas destruidas ya, gritamos, alentamos, sufrimos; le pedimos a la gente que no pare, "vamo', vamo', a cantar". Ya pasó la primer mitad del segundo tiempo, y no hay goles. Ya empezábamos a pensar quienes patearían los penales, que tan tranquilo estaría el Seba para atajarlos...Cuando de golpe, una linda jugada, la agarra Brites...¿será esta hermano, será acá que nos sacamos la mufa para siempre?... la tira para atrás...uy, miralo a la Pulga...Díaz que le pega... Te juro, hasta el día de hoy, que puedo ver esa pelota flotando en el aire, tan rápida, pero en ese momento tan lenta...a Montenegro que no llega...la pelota que pasa el ángulo, e infla la red...Demoré unos segundos en reaccionar, hasta que lo miro al Facu y...GOOOOOOOOOOOOOLL CARAJOOOOOOOO, MIERDAAAA!!! Gol, que lo parió, esa palabra por la cual estuve esperando toda la tarde poder gritar.Gol que se me eterniza en las cuerdas vocales, gol que hace que me abrace con quien ni conozco, que me hace levantar por los aires a un pibito que estaba al lado; gol que nos saca toda la impotencia de encima...gol que me hace salir las mejor lágrima de mi vida. Los pobres santiagueños quedan desmoralizados; sus jugadores intentan, pero se sienten derrotados ya.Su tribuna queda callada, enmudecida, repleta de tristeza. Pobres, de corazón les deseo toda la suerte del mundo en la Promoción: son un club grande, con una hinchada grande, como Patrón. Las tres tribunas restantes, las de Patrón, son lo opuesto. Una fiesta tremenda se desata, y todo el mundo canta, ya sin importarle si les va a quedar voz mañana o no. El partido ya es un trámite, y el Negro entrerriano, el más grande de la provincia, lo domina a voluntad. Un par de bochazos más que revolea el Colorado...y el árbitro pita el final. ¡Terminó!¡Patronato de Paraná campeón, señoras y señores! La fiesta se termina de desatar en las tribunas..."Soy del negro", es un grito inmortal, que se eterniza en cada voz, en cada alma que fue a alentar, no sólo ese día, si no a lo largo de todo ese campeonato..y en los jugadores, por dios, que jugadores, una estatua a cada uno,¡y un museo para Cristian Díaz, pucha!. Invadimos la cancha, llevamos en anda a los jugadores...el Colorado agarra la bandera que le hicimos, y la lleva en el cuello todo el festejo. El pueblo de Paraná festeja; la fiesta, la fiesta de ahora en más, es siempre ROJA Y NEGRA.

1 comentario:

SantiagoF dijo...

Bueno manolo como te dije ya la ves anterior no podria haberlo relatado mejor ni yo mismo esta muy bueno.
Aca estamos con el santy conversando que haremos respecto a la bandera y que haremos para viajar el 31. un abrazo che nos veremos enn algun momento de esta semana