domingo, 31 de mayo de 2009
Patrón a la fin.... (Patronato 4 - Cipolletti 1)
La verdad, es que los números impresionaban un poco. Cipolletti venía con una efectividad general impresionante (%63,96, para más datos). El equipo más goleador, el que más miedo metía. Y allá en Río Negro, si bien Patrón le había jugado de igual a igual, Cipo había tenido más de una chance de gol. Para todo el mundo, Cipolletti era la fija, el equipo a vencer. Ni al más imaginativo hincha del Negro (a excepción del inefable Juancho) se le hubiera ocurrido una goleada.
Para colmo, había un clima a final anticipada quenitecuento. La tensión estaba en el aire, se sentía; había mucho en juego, mucho pero muchísimo: una buena parte del pasaje a la final.
Pero esto, esto es Patronato. Y para colmo, es ÉSTE Patronato, el equipo de los luchadores sin miedo. Esos que son capaceces de recomponerse de mil derrotas, y levantarse una vez más. Esos que sorprendieron a propios y ajenos, y que atemorizan a más de uno. Este Patronato, que cuando viene mal, lo levanta la hinchada. Esos jugadores, que sienten de la camiseta del primero al último, y que responden y actúan todo de la mejor de las formas: con fútbol.
Y así, con fútbol, con el corazón en los pies, Patrón salió a jugar el partido. Y nadie se extrañó entonces, que a los dos minutos Dieguito Jara nos diera la ventaja; y que al ratito, la aumentara. Ese mismo Jara que en los últimos partidos no venía en su mejor nivel, que quizás abusó un poco de su habilidad; pero que nunca se cansa de demostrar porqué es un distinto, porque podría jugar en cualquier equipo de Primera.
El resto del partido, fue simplemente un hermoso monólogo de fútbol del Rojinegro (ya que los jugadores de Cipolletti jamás se recuperaron de esos dos mazazos iniciales, y deambularon la cancha como alma en pena). Toque por aquí, toque por allá; pero siempre atentos, siempre preparados con la marca.
Un partido que se ganó por donde se mire, pero que tuvo su núcleo "duro" en ese mediocampo feroz, despiadado (pero limpio y honesto), que conforman Augusto Prono (que más decir de vos, León...) y Guido Rutilli (que partido a partido demuestra cada vez más nivel), más el agregado del sacrificio DES-CO-MU-NAL de la Pulga Díaz (que merece nota aparte, por saber cabecear, pese a su estatura, entre jugadores dos cabezas más altos que él; y por los huevos dejado en cada pelota ganada) y el toque eficiente y sutil de Urresti (que, pese a su calidad y buen juego, no tiene ningún problema en arremangarse y tirarse al piso por la pelota, si es necesario). Por las dudas, dirá usted, para estar más tranquilos ¿quiénes estaban en el fondo?. Y le contesto, con una tranquilidad que asusta, "LOS MISMOS DE SIEMPRE". En el arco, el Arcángel Rubio, el querido San Sebastián Bértoli, que tapó todas las que tuvo que tapar, y las que no también. Adelante de él, los dos bomberos de emergencia: el Negro Andrade y el Colo Zuvinikar, los monstruos del fondo. A un costado, el Luquitas Márquez (pibe, ¿en serio tenés tan poca edad, vos? porque te veo jugar, y esa actitud feroz y calmada que ponés en cancha es de un veterano...que futuro, mamita, que futuro fantástico tenés). En el otro, ese polifuncional llamado Lucas Nardi, que lamentablemente tuvo poco tiempo para demostrar sus buenas cualidades (esperemos que evolucione bien, es un tipo importante). Pero, vale decir, tuvo un reemplazo DE LUJO: el Gaby Graciani ("olé, olé, olé...¡Gaby, Gabyyyyyyyyyy!"...¡no te vayas nunca, genio!).
Ajá, me dirá usted, muy lindo todo eso, pero, y adelante, ¿quién estaba además del Dieguito, eh?. Pues nada más, ni nada menos, que el GRAN ÍDOLO de todos los hinchas del Negro, el hijo selecto del club: el Diablo Müller...y está todo dicho (ahora bien, excelente el cambio en el segundo tiempo por el Indio Brítez...Muda, yo te banco).
El segundo tiempo, fue meramente una prolongación del primero. Algún ataque aislado de Cipo, como para ponerle emoción a la cosa...pero solamente hasta que Patrón dijo basta, apretó el acelerador, y puso las cosas en orden. 4 a o, y a otra cosa....
Quedó tiempo para un gol totalmente inútil de los patagónicos (terrible bombazo del veterano Padua, el Seba nada podía hacer), y para que el pueblo de todo Entre Ríos pudiera festejar este ENORME triunfo.
Patronato alejó todos los fantasmas que andaban dando vueltas, y dió clase magistral de cómo jugar al fulbo.
Un solo partido nos separa de la final. No hay que confiarse, ni descorchar botellas antes de tiempo, Patrón. Pero la Gloria se ve tan cerca...¡VAMOS NEGRO, CARAJO!
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