"Na, ya conté bien, son dos"
"No no no, te juro, es uno solo"
"Uh, si, tenés razón"
Así, dando más vueltas que el tipo que preguntaba por las motos y las nenas nos pasamos buena parte de la noche con cierto amigo.
Finalmente, resolvimos la cuestión: Gimnasia le llevaba a Patronato 1 partido de ventaja. Por fin, después de mucho tiempo, existía la chance de terminar con el único argumento con que contaban los simpatizantes de la Loba (porque en lo que es gente, historia, estadio, corazón, aliento, y varios etcéteras más, ya no quedaba duda alguna).
Pero la verdad, es que hubo un par de noticias previas que hacían dudar de que realmente fuera posible. En la semana, la salida del gurí Goró por Ferrero, que apenas había jugado un poquito (algo bastante entendible, en última instancia, sabiendo que la inexperiencia puede ser un arma suicidad fatal en este tipo de encuentros). Segundo, la lesión del Rulo Devallis. Se jodía uno de los dos grandes generadores de juego del equipo, y quizás el de más alto nivel hasta ahora; en su lugar, el Chino Urresti, de buen nivel, pero lejos de su mejor versión.
Y por último, la gran noticia, la que nos pegó a todos como vino adulterado: Muller por Brites, y Leclercq por Jara. A todos los que estábamos en camino nos agarró una suerte de patatús, un freno en el que buscamos la sonrisa cómplice que nos dijera "na na na, es joda amigo". Pero no, Fuentes se la jugaba nomás, reemplazaba la dupla titular por completo, y ponía a un jugador que volvía de una lesión, y a otro que si bien había hecho tres goles en Rafaela, está recuperando nivel.
Pero la esperanza no me la sacaba ni Rambo en plan de caco, porque sabía lo que iba a ser el estadio: una caldera, una suerte de Averno de cemento, repleto del griterío más atávico imaginable. Las tribunas repletas, el sol que iba bajando, y las banderas rojas, negras, grandes, chicas, de todas las combinaciones posibles, flameando en mano de niños orgullosos, de ancianos memoriosos, de orgulloso público entrerriano, y de Patrón.
El fantástico frenesí de la adrenalina subiendo más y más, en un solo grito de aliento, demostrando amor por el Negro. Y un solo factor hacía que todo decayera: la tristeza que se sentía venir de la tribuna de Ayacucho. ¿90? ¿100, como dijo el Uno? ¿120, a lo sumo?. No sé, y no importa demasiado. Simplemente, tristeza. Gente sin corazón, o sin garganta al menos, que ni devolver de forma decente una puteada podían. Cada vez menos clásico, Gimnasia...cada vez más grande el abismo que nos separa.
Y acá retomamos un punto. Dijimos que nos sorprendió, nos shockeó inclusive la idea de Fuentes respecto de los cambios. Pero, por estas cosas es que el es considerado el buen director técnico que es. Porque ahora, pensándolo en frío, hizo la mejor elección posible, poniendo a un jugador como Muller, que en el primer tiempo recibió cada pelota que andaba dando vueltas, ganó, y tocó de forma lujosa e inteligente para el compañero mejor ubicado; y a un tipo como Leclercq, que con su velocidad apretó cada salida de Gimnasia, corriendo todo objeto esférico que pasara por allí (si tirabas un globo creo que lo corría, también), y generando siempre la sensación de que si le daban chance, embocaba la pelota en el arco, con Rougier y Cerneux incluidos. Lástima que entre las lesiones (esperemos que se recuperen el Colo y Espínola, el gran armador del equipo mientras estuvo en cancha), y el hecho de que Jara (se apostaba por él y su velocidad en el contratiempo, a fin de hacerse un carnaval con una defensa de Gimnasia con menos piernas que una pendeja anoréxica)
Imposible no mencionarlo a Pipo. Pipo, que hasta altura ya podemos considerar un zoofílico hecho y derecho, porque parece encantarle eso de empomar lobas tristes. Y es que el tipo, partido que jugó contra Gimnasia, partido que convirtió, y que se ganó. De más está decir que merece ovación el próximo partido, ¿no?.
De un primer tiempo lujoso, pasamos a una segunda etapa de entrega, o de forma más correcta, de PURO HUEVO. Patronato, quizás por el cansancio, quizás por el hecho de saberse superior, se quedó un poco atrás, aguantando las escasa embestidas de Gimnasia, y esperando alguna contra.
Mención para Stevenot, y sus jueces de línea, que en cada posibilidad de contra nuestra, se encargaron de anular todo peligro. Pero a esta altura, ya no nos sale quejarnos contra el jugador nº 12 de nuestros rivales...
Y la verdad es que esperábamos que Gimnasia se viniera como una trompa, a los tumbos, a puro pelotazo aunque sea; ya no por darle una alegría a su público (que por su escasez y silencio, merecía comerse un 8 a 0), si no por amor propio.
Y quizás lo hayan intentado, pero...a mi no me jodan, SE CAGARON. Se cagaron de ver eso terribles últimos 15 minutos, con esa negrada eufórica, con esos 12.000 tipos saltando al unísono (si, incluida la platea), con esas bengalas y luces, con todo el carnaval que solo se puede encontrar en el Barrio Tiro Federal.
Y es que delirábamos...sin gargantas ya, sin pulmones, pero dejando LA VIDA en el cemento de las tribunas.
Y ver a Stevenot llevarse el silbato a la boca fue comparable a un gigantesco orgasmo, mi gente. Un grito de guerra que retumbó en todo Paraná, en cada barrio, en cada pueblo de la provincia. Abrazos, gente llorando de la emoción, y todo eso que generó tamaña explosión de felicidad.
El fútbol por fin tomaba revancha, y las cosas se ponían donde siempre debieron haber estado.
Chau, Gimnasia, chau, y esperemos que hasta nunca. El historial, perdételo ahi, donde ya sabés. Total el Pipo ya te hizo espacio.
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